Una novedad de los nuevos planes de estudios es la importancia explícita que se dan a las competencias transversales1 : competencias que deben adquirir nuestros estudiantes pero que no tienen asignadas unos créditos o una asignatura, sino que deben irse adquiriendo a lo largo de todas las asignaturas.

El hecho de no tener asignatura propia no significa que estas competencias no tengan importancia. Todo lo contrario, tienen mucha importancia: completan la formación del alumno (el objetivo de la educación no es crear idiots savants), son unas competencias muy valoradas y útiles en el mundo laboral, y ayudan a mejorar la docencia de las competencias específicas. Hay motivos contrastados para introducir las competencias transversales en nuestra docencia.

El objetivo de la educación universitaria es dotar a los jóvenes que en el futuro liderarán empresas, organizaciones, o grupos de trabajo de las capacidades para hacerlo. Parte de estas capacidades son específicas de la profesión, pero las más fundamentales son genéricas a todas las profesiones. Queremos que nuestra sociedad esté llena de personas éticas, responsables, críticas, que sepan cooperar y comunicarse, que sepan adaptarse al mundo cambiante. Nos interesa ayudar a formar alumnos con estas características: son los que van a llevar el peso de la sociedad, de la sociedad en la que nosostros viviremos, dentro de 20 años.

Una segunda utilidad clara de algunas competencias transversales es que mejoran la capacitación profesional del alumno.

Según estudios del Gobierno de Canadá, del Gobierno de Australia, de la Universidad de las Islas Baleares y de la Facultad de Informática de Barcelona de la Universidad Politécnica de Cataluña hay seis competencias que los empleadores —sean de la empresa pública o privada— buscan de forma específica:

  •  Resolución de Problemas,
  •  Actualización de Conocimientos,
  •  Trabajo en Equipo,
  •  Comunicación Efectiva,
  •  Iniciativa,
  •  Uso Efectivo de la Tecnología.

Naturalmente hay muchas otras competencias que se buscan (Razonamiento Lógico, por ejemplo), pero no hay un consenso tan claro como con estas seis.

Además, durante su desempeño profesional los alumnos van a pasar la mayor parte del tiempo usando estas competencias: hay estudios que muestran que en el trabajo alrededor del 75 % del tiempo se dedica a comunicación ya sea escribiendo breves informes, cartas a clientes y proveedores, redactando especificaciones o planes de trabajo, leyendo y enviando correos electrónicos, hablando y escuchando en reuniones varias. Y también hay evidencia que la capacidad de comunicación es fundamental a la hora de promocionar en la empresa.

Raro es el trabajo en el que no formes parte de un equipo. Y cada vez los equipos son más complejos, interdisciplinares, dispersos geográficamente, con miembros provenientes de culturas diferentes. Por lo tanto enseñarles las técnicas y problemas del trabajo en equipo les será muy útil. Y los problemas que nos encontramos en el aula (miembros que ‘pasan’ del equipo, que no tienen su parte hecha a tiempo, que intentan aprovecharse de los demás) también existen en los equipos profesionales. Ayudar a los alumnos a resolver estos problemas en el aula les va a ayudar directamente en su capacitación profesional.

Pero siendo importantes, la formación integral de los alumnos y la mejor capacitación profesional no son los únicos motivos para introducir competencias transversales en nuestra docencia. Hay evidencia que el uso de la competencias transversales ayuda a que se aprenda más de las competencias específicas. Aunque no creamos en la necesidad de enseñar comunicación o trabajo en equipo, usarlas va a permitir que avancemos más en nuestras asignaturas de derecho, psicología o biología. Si nuestro interés único es enseñar programación, dedicando unas horas a enseñar a los alumnos a trabajar en equipo conseguiremos que aprendan a programar mejor.

Las competencias transversales no son distintas de las demás en este aspecto. Si no esperamos que los alumnos aprendan sicología de la percepción dándoles la orden de percibir, tampoco esperemos que aprendan a escribir dándoles la orden de que escriban. Todas estas competencias requieren que dediquemos tiempo a explicarlas y evaluarlas. Es trabajo, pero las recompensas valen la pena.